Dicen que cada cosa tiene su uso, al menos su uso principal.
Y es curioso como cuando éste desaparece, las cosas sin uso se diluyen,
pierden parte de su identidad, y dejan de mirarse igual.
Pueden llegar a esconderse hasta que vuelvan a tener un uso.
A veces ocurre lo contrario. Sacadas de su utilidad cotidiana,
descontextualizadas, ganan presencia, fuerza. Consiguiendo llamar la atención.
¿Qué ocurre con los girasoles cuando ya no miran al sol? Nadie pinta a los girasoles apagados. O quizá sí. A alguien le gusta pintarlos.
También cuesta imaginarse a tantas sillas sin nadie a quién sentar, ocupando un espacio en el que ya no se entienden. Aunque otro visionario pueda imaginar en ese mismo pavimento a mil soldados guardando fila.
Son cosas que perdieron su uso. O no.
Quizá están esperando a que tú les des una nueva utilidad.